viernes, 24 de noviembre de 2006

El Regalo de la Porrista

Ayer le entregué su regalo de cumpleaños a la Porrista. Ayer, cuando la busqué para entregárselo (que me hizo ir hasta el CEDES, en medio del partido de Monterrey vs. Toluca), a lo lejos más bien vi a la Porras (o sea, su hermana)… pero como era imposible que era ella, por eliminación debía ser a la que buscaba.

Creo que si publico la anécdota es porque quiero recordarla más o menos como ocurrió. Es que no pasó nada del otro mundo. Cuando llegué, me vio, me sonrió y me dijo que qué le llevaba. – “Tu regalo de cumpleaños”, le dije. Lo vio y le gustó: una memoria USB, con reproductor de mp3 y radio. Me comentó que le iba a ser bastante útil, porque en estas fechas de verdad necesitaba una memoria para mover sus trabajos.

- “Ah, por eso me preguntaste si yo tenía uno de estos, ¿eh?”, remató. Y sí, el día anterior le llamé para estar seguro que no le habían regalado ya algo así; no fuera que repitiera regalo y obviamente perdiera valor el mío. – “Sí, es que no fuera ser que alguien se me hubiera adelantado”, le contesté. – “¡Ja!, nadie me regaló nada en mi cumpleaños”, dijo.

Esto no lo noté hasta después, pero la Porrista es blanca y después de entregarle el regalo me di cuenta que tenía unas chapitas. Por eso digo, no me quiero hacer ilusiones, sólo digo que las traía, no sé si andaba quemada del frío, era el calor del CEDES o se chiveo del regalo.

Lo que sí es que su voz cambió cuando comenzó a hablar conmigo. Como que comenzó a ha hablarme más quedito, más suave.

En fin, ella andaba ocupada con sus planos de Concreto I y no quería ser inoportuno - ¿más? -. Así que lo que quedó pendiente fue hablarnos y ver si ahora sí podíamos salir a charlar.

“Yo soy de esos amantes a la antigua, que les gusta mandar flores…”

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